Los husky siberianos son por naturaleza perros de manada: sociables, enérgicos y muy adaptables a convivir con otros, especialmente si han tenido una socialización temprana adecuada. Sin embargo, es posible que algunos ejemplares no muestren interés o incluso desarrollen temores o conductas reactivas ante otros perros, especialmente si no han recibido una exposición gradual y controlada durante el periodo crítico de socialización (3–14 semanas).
En este artículo, abordaremos en profundidad qué causas pueden estar detrás del rechazo o la falta de interés en socializar, cómo diagnosticar la situación y las estrategias efectivas —respaldadas por profesionales— para que tu husky aprenda a convivir e interactuar adecuadamente con otros perros.
1. Comprender las causas del rechazo a socializar
Para abordar con éxito un problema de socialización en un husky siberiano, el primer paso es comprender a fondo el origen del comportamiento no social. Esta raza, aunque en esencia gregaria y acostumbrada a la vida en manada, puede desarrollar conductas evasivas, miedosas o incluso agresivas hacia otros perros si no se ha gestionado correctamente su socialización desde etapas tempranas.
A continuación, desglosamos los factores más determinantes:
1.1 Período crítico de socialización mal gestionado
El período crítico de socialización, comprendido entre la 3.ª y la 14.ª semana de vida, es decisivo para el desarrollo emocional y conductual del cachorro. Es en este intervalo cuando el husky comienza a establecer su percepción del entorno y a generar tolerancia o aceptación hacia otros individuos, ya sean humanos o perros.
Errores comunes que observamos en huskies no socializados adecuadamente en este periodo:
- Aislamiento prolongado en parideras o espacios cerrados sin estimulación externa ni contacto con hermanos o adultos equilibrados.
- Retiro precoz del cachorro de la camada, antes de la 8.ª semana, lo que impide un aprendizaje correcto de las señales de comunicación intraespecífica (inhibición de la mordida, lectura de lenguaje corporal, etc.).
- Falta de exposición progresiva y positiva a estímulos, como ruidos urbanos, perros de otras razas, humanos de distintas edades o ambientes variados.
Como criadores, es nuestra responsabilidad implementar una socialización estructurada intra y extra-camadas antes de la entrega del cachorro, incluyendo juegos supervisados, exploración controlada y exposición a diversos perros adultos equilibrados y vacunados.
1.2 Experiencias negativas previas
Un husky siberiano que ha tenido una mala experiencia con otro perro puede desarrollar rechazo a futuras interacciones. Esto puede darse en cachorros o adultos y no siempre es inmediato: a veces el efecto aparece de forma acumulativa.
Causas comunes de experiencias traumáticas:
- Ataques o intimidaciones por parte de perros más grandes o dominantes.
- Corregir con castigo físico o gritos una interacción mal gestionada, generando asociación negativa al contexto social.
- Falta de intervención humana en juegos que se descontrolan, donde el husky se siente indefenso o sobrepasado.
Estas experiencias pueden derivar en ansiedad anticipatoria (miedo antes del encuentro), conducta evitativa (huida, rigidez, bloqueo) o incluso reactividad defensiva (gruñidos, ladridos, embestidas).
1.3 Temperamento individual y genética
Aunque los huskies comparten un perfil común como raza —perros activos, resistentes y sociales—, cada ejemplar posee un temperamento individual influenciado por la genética.
Como criadores especializados, observamos que:
- Existen líneas de huskies más reservadas, sensibles o inseguras debido a herencia directa.
- La combinación de un padre con tendencia al aislamiento y una madre sobreprotectora puede generar descendencia con menor tolerancia social.
- Cachorros con alta sensibilidad a estímulos (auditivos, visuales, táctiles) tienden a rechazar el contacto con perros más invasivos o ruidosos, aunque sean bien intencionados.
Por eso, la selección de reproductores no sólo debe basarse en morfología y estándares de raza, sino también en equilibrio emocional y estabilidad comportamental, evitando cruzar ejemplares con antecedentes de reactividad o aislamiento.
1.4 Falta de contacto con perros equilibrados
Una socialización efectiva no depende solo de la cantidad de perros con los que interactúe el husky, sino de la calidad emocional de esos perros. En muchos casos, un husky desarrolla conductas defensivas o rechazo simplemente por haber sido expuesto a perros:
- Hiperactivos o dominantes, que invaden el espacio del husky sin respetar sus señales.
- Mal socializados, que no saben leer ni emitir señales correctas de juego o calma.
- Con estrés crónico, que contagian su ansiedad al husky joven o inseguro.
Esto puede crear en el husky una asociación negativa generalizada, es decir, considerar que todo perro es una amenaza o una fuente de malestar.
Recomendaciones desde el criadero:
- Facilitar encuentros controlados con perros adultos equilibrados (ej. hembras adultas estables, machos castrados calmados).
- Evitar lugares como parques caninos sin control, donde las interacciones pueden ser caóticas.
- Aconsejar al futuro propietario sobre cómo leer el lenguaje corporal del husky y cuándo intervenir para evitar experiencias negativas.
2. Diagnóstico: ¿cómo saber si es rechazo, miedo o reactividad?
El primer paso para intervenir adecuadamente ante un husky que no quiere socializar con otros perros es distinguir la causa subyacente de su conducta: no es lo mismo que se trate de un rechazo voluntario (por preferencias o personalidad), de una respuesta por miedo, o de una reacción defensiva o territorial (reactividad). Cada una requiere estrategias diferentes.
Como criadores, debemos instruir a los propietarios para que puedan observar, registrar y contextualizar el comportamiento del husky antes de tomar decisiones o aplicar protocolos de corrección.
2.1 Observación de señales de comunicación
El lenguaje corporal y vocal del husky es la primera fuente de información para identificar la emoción detrás del comportamiento.
Señales de miedo o incomodidad:
- Ladrido corto y tenso, de alerta, dirigido al perro o al humano.
- Rigidez corporal: cuerpo tenso, cuello recto, orejas hacia atrás o hacia los lados.
- Giro de cabeza o mirada evasiva, como intento de evitar conflicto.
- Cola baja o entre las patas, especialmente si va acompañada de movimientos lentos o temblores.
- Evitar el contacto físico o visual con el otro perro (huir, esconderse, dar la espalda).
- Lengua fuera o bostezos fuera de contexto (señales de calma malinterpretadas como desinterés).
Señales de reactividad defensiva:
- Ladrido profundo y prolongado, con muestra de dientes.
- Embestidas al final de la correa, especialmente si el perro no puede huir.
- Hackles levantados (pelos del lomo erizados).
- Mirada fija y postura de confrontación, con el cuerpo hacia adelante.
Es importante recordar que el husky es una raza con una comunicación muy rica y a veces sutil. Muchos signos se manifiestan antes del conflicto si se sabe leerlos.
2.2 Identificar la distancia de reacción
Uno de los indicadores más fiables para distinguir si estamos ante un caso de miedo o reactividad es identificar la distancia de reacción: el punto exacto a partir del cual el husky comienza a mostrar señales de incomodidad.
Cómo realizar este análisis:
- Durante los paseos, observar el comportamiento del husky cuando un perro aparece en el campo visual.
- Medir (aproximadamente) la distancia a la que el husky deja de caminar con normalidad y empieza a:
- Fijar la mirada.
- Detenerse o acelerar el paso.
- Emitir ladridos y gemidos.
- Cambiar la dirección del paseo por decisión propia.
- Anotar esa distancia en metros o pasos, e identificar si es constante o varía según el tipo de perro (tamaño, raza, sexo) o entorno.
Una distancia de reacción larga (10-15 metros o más) suele estar asociada a miedo o sobrecarga emocional. Una distancia corta (1-3 metros), en cambio, puede indicar reacción aprendida o intento de control del entorno, lo que se acerca más a la reactividad.
2.3 Registrar frecuencia y contexto
Es esencial registrar cuándo y dónde ocurre el comportamiento no social para detectar patrones. Esta información es clave para diseñar un plan de modificación de conducta o para reportarlo a un profesional.
Puntos clave a observar:
- ¿La reacción ocurre con todos los perros o solo con algunos?
- Solo machos / Solo hembras.
- Solo perros grandes / de pelaje oscuro / con energía alta.
- ¿Se manifiesta solo en ciertos entornos?
- Espacios cerrados (veterinarios, ascensores).
- Parques con presencia de múltiples perros.
- Caminos estrechos sin posibilidad de huida.
- ¿Es más intensa si el husky va con correa o suelto?
- La correa puede provocar inseguridad o limitar la comunicación natural.
- ¿Se presenta en momentos específicos del día o tras eventos estresantes?
- Tras una visita al veterinario, un viaje en coche, o un día sin ejercicio físico.
Este tipo de información debe recogerse durante al menos 7 a 10 días consecutivos, y preferiblemente por la misma persona, para obtener datos consistentes y evitar errores de interpretación.
2.4 Evaluación profesional
Cuando las observaciones indican un patrón persistente de evitación, tensión o agresividad, es fundamental contar con la intervención de un etólogo veterinario o educador canino con experiencia en razas nórdicas.
El profesional podrá:
- Realizar un test de reactividad en entorno controlado, para evaluar las respuestas del husky frente a distintos estímulos (olfativos, visuales, auditivos).
- Diferenciar entre miedo primario (innato), condicionado (por trauma), o reactividad adquirida.
- Evaluar si existe predisposición genética a la sensibilidad ambiental, que suele requerir trabajo más profundo y sostenido.
- Establecer si el husky muestra signos de:
- Ansiedad generalizada.
- Dominancia mal canalizada o inseguridad aprendida.
- Problemas de control de impulsos.
- Falta de socialización estructurada durante la etapa crítica.
- Proponer un protocolo de desensibilización y contracondicionamiento individualizado, o recomendar terapia conductual combinada con apoyo farmacológico (en casos extremos).
3. Estrategias para mejorar la socialización
Una vez diagnosticadas las causas del comportamiento antisocial en un husky siberiano, el siguiente paso es aplicar estrategias estructuradas, progresivas y seguras para fomentar una socialización saludable. El objetivo no es forzar la interacción, sino cambiar la percepción del husky sobre otros perros, haciendo que los encuentros dejen de ser una amenaza y se conviertan en experiencias neutras o positivas.
Todas las técnicas que se detallan a continuación se basan en el principio del refuerzo positivo y el respeto a los tiempos individuales del perro.
3.1 Exposición controlada sin presión
El error más frecuente es forzar el contacto directo entre perros, lo cual suele agravar el problema. El proceso correcto debe ser gradual y bajo condiciones controladas.
3.1.1 Paseos paralelos en terreno neutro
Esta técnica consiste en caminar con otro perro en paralelo, a una distancia segura donde el husky se mantenga tranquilo pero pueda percibir al otro perro.
Aplicación práctica:
- Empezar con una distancia de 5 a 10 metros entre ambos perros.
- El otro perro debe ser tranquilo, estable y no invasivo.
- Se camina en línea recta o en curvas amplias, sin permitir contacto directo.
- Cuando el husky mantiene la calma, se le refuerza con:
- Golosinas de alta valía (queso, hígado, salchicha).
- Reforzadores sociales (voz suave, caricias si lo tolera).
- La distancia se reduce muy lentamente en sucesivas sesiones, siempre manteniendo el estado emocional del husky bajo control.
- Si muestra signos de tensión, se retrocede y se refuerza cuando recupera la calma.
Este tipo de exposición permite reprogramar la respuesta emocional del husky sin que sienta presión.
3.1.2 Uso de la “zona de reactividad”
Cada husky tiene una zona de tolerancia o umbral: una distancia desde donde comienza a reaccionar ante la presencia de otros perros.
Cómo trabajar esta zona:
- Identificar ese umbral en entornos conocidos (ej. durante paseos).
- Detenerse justo antes del punto de reacción.
- Reforzar activamente cualquier comportamiento de calma o enfoque en el guía, como mirar al dueño, sentarse o ignorar al otro perro.
- Repetir varias veces hasta que el husky tolere esa distancia sin estrés, y entonces avanzar ligeramente.
Este método mejora la tolerancia progresiva del husky sin que entre en un estado reactivo.
3.1.3 Encuentros en Vía Paciente («Be Approached»)
Se trata de permitir que sea el otro perro quien se acerque al husky, y no al revés, siempre de manera controlada y observando las señales del husky.
Fases del ejercicio:
- El husky se mantiene quieto, con su guía, sin correa tensa.
- El otro perro avanza en línea recta, pero lentamente.
- Cuando el husky muestra signos de nerviosismo (tensión, rigidez), el otro perro se detiene inmediatamente.
- En ese momento, el husky recibe una recompensa por mantenerse tranquilo.
- El ejercicio se repite varias veces hasta que el husky tolera la presencia del otro perro a corta distancia.
Este ejercicio enseña al husky que no será invadido, reforzando su confianza.
3.2 Socialización indirecta (“neutralidad social”)
Consiste en exponer al husky a la presencia de otros perros sin que haya interacción directa. El objetivo es que aprenda a ignorar a otros perros y mantener la calma en entornos sociales.
Entornos recomendados:
- Paseamos por la acera cerca de parques para perros.
- Visitas breves a tiendas de animales.
- Paseos por zonas con tránsito de otros perros (zonas urbanas, mercadillos, etc.).
Criterios clave:
- Nunca se obliga al husky a saludar ni interactuar.
- Se recompensa el enfoque en el guía, caminar tranquilo o simplemente observar sin reacción.
- Si el husky muestra signos de agobio, se aumenta la distancia hasta recuperar la calma.
Este tipo de socialización permite al husky adaptarse sin presión a entornos sociales.
3.3 Jugar con perros equilibrados
Cuando el husky ha mostrado mejoras en su tolerancia, se puede introducir el juego controlado con perros específicos.
Requisitos del compañero de juego:
- Temperamento equilibrado.
- Energía similar (ni muy sumisa ni excesivamente activa).
- Buena comunicación corporal.
- Que responda a señales de pausa o incomodidad del husky.
Recomendaciones:
- Hacer los primeros encuentros en espacios amplios y cerrados, con supervisión directa.
- Evitar el uso de correas durante el juego (pueden generar tensión o enredos).
- Interrumpir si alguno de los perros muestra señales de sobreexcitación o tensión.
Un juego controlado y positivo es una herramienta poderosa para reprogramar la percepción del husky sobre otros perros.
3.4 Uso de refuerzo positivo y distracción
Es fundamental que el husky asocie la presencia de otros perros con consecuencias agradables. Para ello, se utilizan técnicas de refuerzo y desvío de foco.
Herramientas utilizadas:
- Golosinas de alta valía, reservadas solo para estos ejercicios.
- Juguetes favoritos, especialmente si el husky es juguetón.
- Clicker, para marcar momentos exactos de calma o buen comportamiento.
Ejemplo de aplicación:
- El husky ve un perro a distancia.
- En lugar de fijarse en él, se le llama por su nombre, y al girarse se le premia inmediatamente.
- Se repite hasta que automáticamente busque al guía ante la aparición de otro perro.
3.5 Clases de obediencia o socialización guiada
Una excelente herramienta para perros con problemas leves o en fase de mejora es la participación en clases con supervisión profesional.
Beneficios:
- Contacto con perros en un entorno estructurado.
- Presencia de un educador que pueda intervenir ante señales negativas.
- Trabajo de obediencia básica en situaciones sociales reales.
Recomendaciones:
- Elegir centros con grupos reducidos y con evaluaciones previas.
- Priorizar programas específicos para perros con sensibilidad social.
3.6 Practicar autocontrol y comandos básicos
Trabajar el autocontrol del husky mediante ejercicios de obediencia es clave para redirigir su foco y mejorar su respuesta ante estímulos sociales.
Comandos esenciales:
- “Sit” (sentado): para generar calma.
- “Leave it” (déjalo): para evitar fijaciones en otros perros.
- “Quiet” (silencio): para frenar ladridos por tensión.
- “Watch me” o “mírame”: para reconectar la atención con el guía.
Ejercicios útiles:
- Juegos de autocontrol con comida: no tomar hasta la señal.
- Permanencia con distracciones (otros perros a distancia).
- Recompensar la espera tranquila antes de saludar o acercarse a otro perro.
4. Plan de intervención progresivo
Cualquier intervención para mejorar la socialización de un husky siberiano debe seguir un proceso estructurado y escalonado, adaptado al ritmo del animal. La intervención prematura, inadecuada o forzada suele ser contraproducente y puede consolidar comportamientos indeseados.
Este plan consta de 7 fases que deben ejecutarse de forma progresiva, y solo avanzar si el husky ha mostrado estabilidad en la etapa anterior.
4.1 Registro y análisis de conductas
Antes de intervenir, es imprescindible recoger información objetiva sobre el comportamiento del husky en contextos sociales.
Cómo hacerlo:
- Llevar un diario conductual durante 10-14 días.
- Registrar:
- Situaciones en las que aparece otro perro.
- Distancia entre perros.
- Reacciones del husky (ladrido, tensión, huida, calma, etc.).
- Duración del episodio.
- Entorno (parque, calle, zona cerrada).
- Analizar si hay patrones repetitivos: tipo de perro, momento del día, etc.
Este registro permite identificar los disparadores exactos y ajustar la intervención a las circunstancias reales del husky.
4.2 Entrenamiento en distancia: paseos paralelos + premios por calma
Esta fase se basa en crear una nueva asociación emocional entre la presencia de otros perros y una consecuencia positiva.
Aplicación técnica:
- Realizar paseos paralelos con otro perro estable y tranquilo.
- Mantener una distancia segura (normalmente entre 5 y 10 metros al inicio).
- Reforzar cada momento de calma, mirada hacia el guía o indiferencia hacia el otro perro.
- El objetivo no es acercarse, sino generar tranquilidad y habituación a la presencia del otro perro.
Este trabajo puede requerir varias sesiones semanales durante varias semanas, y debe hacerse en entornos sin estímulos excesivos.
4.3 Reducción gradual de distancia, siempre reforzando
Una vez que el husky tolera sin tensión la presencia de otro perro a cierta distancia, se puede comenzar a acortar ese espacio progresivamente.
Consideraciones importantes:
- Reducir la distancia en pequeñas fracciones (medio metro o un paso por sesión).
- Mantener la observación constante de su lenguaje corporal.
- Si aparece alguna señal de incomodidad, retroceder al último punto estable.
- Continuar con refuerzo positivo inmediato ante cada comportamiento deseado.
No hay un tiempo estándar. Algunos huskies logran acortar la distancia en 2 semanas, otros pueden requerir 2 meses o más.
4.4 Introducción de socialización pasiva en entornos públicos
Esta etapa tiene como objetivo que el husky aprenda a convivir con la presencia de otros perros sin interactuar con ellos directamente.
Lugares ideales:
- Parques con buena visibilidad pero sin exceso de estímulos.
- Aceras cerca de zonas de paseo canino.
- Terrazas o zonas urbanas con tráfico de personas y perros.
Técnica de trabajo:
- Caminar o permanecer en el entorno, manteniendo una distancia de confort.
- Observar si el husky mantiene el foco en el guía, se sienta relajado o explora sin estrés.
- Reforzar estos comportamientos con comida, voz o caricias.
- Si el husky muestra tensión, se incrementa la distancia sin abandonar el ejercicio.
El objetivo no es que juegue ni salude, sino que tolere la presencia de otros perros como parte del entorno habitual.
4.5 Sesiones de juego controlado, solo cuando haya progresos
Cuando el husky ya tolera la presencia cercana de otros perros y muestra interés sin señales de tensión, se puede probar una primera sesión de juego.
Condiciones imprescindibles:
- Elegir un perro equilibrado, con comunicación clara y energía compatible.
- Espacio amplio y seguro (jardín cerrado, área de suelta con control).
- Sin correas, para permitir una comunicación fluida.
- Supervisión constante para interrumpir si aparece sobreexcitación o tensión.
- Alternar juego con pausas programadas: separarlos brevemente y luego introducirlos.
Es preferible jugar con un solo perro a la vez durante las primeras sesiones.
4.6 Clases o guardería supervisada
Cuando el husky ha desarrollado cierta tolerancia o ha demostrado avances importantes, se puede incorporar a un entorno social más complejo, siempre guiado por profesionales.
Opciones recomendadas:
- Clases de obediencia grupal, con perros tranquilos.
- Guarderías caninas estructuradas, con protocolos de evaluación y socialización progresiva.
Ventajas:
- Refuerza el aprendizaje social en un contexto nuevo.
- Mejora la gestión emocional del husky.
- Permite exponerlo a diferentes perros y personas bajo supervisión técnica.
No se debe enviar a una guardería o clase grupal sin que el husky haya superado fases anteriores, ya que podría recaer o empeorar.
4.7 Rutina de reforzamientos y refuerzo de autocontrol
La socialización no es un evento aislado, sino un proceso continuo que debe mantenerse de por vida mediante una rutina de entrenamiento diario.
Elementos clave:
- Incluir mini-sesiones diarias de autocontrol: sentado, quieto, “mírame”, “déjalo”.
- Premiar conductas calmadas ante estímulos sociales (ver un perro y no reaccionar, caminar sin tirar, sentarse al paso de otro perro).
- Mantener la costumbre de usar refuerzos positivos, incluso cuando el husky ya “parece socializado”.
- Variar los contextos: diferentes entornos, perros nuevos, horarios distintos.
El autocontrol es una habilidad que se entrena como un músculo: si no se trabaja, se pierde.
5. Cuándo intervenir profesionalmente
En el proceso de socialización del husky siberiano, hay situaciones en las que la intervención de un profesional no solo es recomendable, sino necesaria. La creencia de que «todo se puede resolver con paciencia» puede llevar a la cronificación de comportamientos problemáticos y dificultar su reversión.
Desde nuestra experiencia como criadores, es fundamental que los propietarios sepan detectar los límites del trabajo doméstico y entender cuándo es el momento de acudir a un especialista.
5.1 Persistencia de reacción agresiva o miedosa pese a tratar
Uno de los indicadores más claros de que se necesita ayuda profesional es la falta de evolución positiva, incluso aplicando correctamente técnicas de exposición progresiva, refuerzo positivo y control del entorno.
Signos que indican bloqueo o regresión:
- El husky continúa ladrando, gruñendo o mostrando rigidez corporal ante otros perros, incluso en paseos paralelos o distancias seguras.
- No responde a refuerzos, ignora señales del guía y permanece fijado o hipervigilante.
- Se muestra cada vez más rehacio a salir o a enfrentarse a entornos sociales, dando pasos atrás respecto a semanas anteriores.
- Los episodios de reacción son más frecuentes, intensos o imprevisibles.
En estos casos, no se trata de falta de entrenamiento, sino de una respuesta emocional desregulada que requiere la intervención de un profesional en comportamiento canino.
5.2 Indicadores de estrés crónico o desregulación emocional
El husky siberiano es un perro con gran energía y resistencia, pero también puede desarrollar síntomas de estrés cuando se le exige más de lo que emocionalmente puede manejar. Estos signos suelen pasarse por alto porque no siempre son ruidosos o evidentes.
Indicadores físicos y conductuales de estrés prolongado:
- Temblores o micromovimientos musculares, especialmente en las extremidades o mandíbula.
- Jadeo excesivo, aunque no haya calor ni ejercicio.
- Salivación intensa o constante lamido de labios.
- Evitar contacto visual o huida continua cuando ve a otro perro.
- Postura corporal colapsada (cuerpo bajo, cola entre las patas, orejas hacia atrás).
- Automutilación leve (lamido excesivo de patas, mordida de cola).
Estos síntomas reflejan un estado de malestar emocional persistente que debe abordarse con una evaluación profesional inmediata.
5.3 Señales de dominancia mal canalizada o ansiedad por separación
No todos los comportamientos problemáticos del husky están relacionados con el miedo. Algunos pueden derivar de conductas de control, inseguridad o hiperdependencia.
Situaciones que requieren atención profesional específica:
- El husky bloquea a otros perros o se interpone entre ellos y su dueño.
- Muestra conductas posesivas con juguetes, comida o personas.
- Ladridos o destructividad al quedarse solo, incluso por periodos cortos.
- Hipervigilancia constante del entorno y control del movimiento de otros perros.
- Dificultad para desconectar: no descansa ni se relaja en presencia de otros animales.
Estas situaciones requieren un enfoque combinado de modificación de conducta y reestructuración del vínculo jerárquico y emocional, que solo puede guiar correctamente un etólogo o educador especializado.
5.4 Intervención profesional: evaluación y plan individualizado
Un etólogo canino o veterinario especializado en comportamiento animal está capacitado para:
- Realizar una valoración del entorno, historial y respuesta emocional del husky.
- Identificar si existe un trastorno conductual (ansiedad generalizada, fobia social, reactividad defensiva, etc.).
- Establecer un protocolo personalizado, basado en:
- Desensibilización sistemática.
- Contracondicionamiento emocional.
- Refuerzo de comportamientos alternativos y autocontrol.
- Plan de gestión del entorno y tiempos de exposición.
- Si es necesario, recomendar apoyo farmacológico de forma temporal, para:
- Reducir la carga emocional del perro.
- Permitir que el aprendizaje positivo tenga lugar.
El uso de medicación no debe entenderse como una “solución rápida”, sino como una herramienta clínica complementaria para facilitar el trabajo conductual en casos severos.